ERUDICIÓN INSTANTÁNEA
Con el auge de los medios de comunicación, algunas personas de mínimo saber han tropezado con la insalvable urgencia de aparecer en las pantallas de televisión o de hablar por radio. La falta de preocupación de esos famosos que no concurrieron a la escuela a su debido tiempo, sugirió al gerente de la editorial Future Books la reparadora iniciativa de lanzar a la venta una serie de libritos de sesenta y dos páginas, simultáneamente en inglés, francés, italiano, alemán y castellano, titulados Guía del simulador. La justificación es esclarecedora. Si uno se siente anímicamente inferior cuando se habla de un tema -aconseja el editor-, la guía lo ayudará a diluir esa horrible impresión y mostrarse tan informado como los hombres cultos.
La colección es primorosa y económica. Su tamaño permite llevarla en un bolsillo de la chaqueta sin que sobresalga. De esta manera puede ser consultada en situaciones de urgencia, durante un viaje en avión o en el baño de un bar, pongamos por caso. Hasta ahora han aparecido guías de erudición instantánea sobre política, finanzas, economía, diplomacia, música, literatura y artes plásticas, por ser las áreas más necesitadas de sabios, y se anuncian otras próximas sobre psicología, historia, gastronomía, geografía, cine y administración de empresas. No se editará en cambio ninguna de filosofía, según
Johann Christian Meterse, su gerente, por falta de interés en el tema.
Cada volumen señala con un asterisco al margen * los asuntos de menor importancia, y con dos asteriscos los de moda ** que la gente deberá conocer como mínimo para impresionar a los oyentes. Sin esta lectura básica el editor no garantiza un resultado satisfactorio. En ningún caso es necesaria la lectura de las obras mencionadas en la guía: basta con recordar sólo los títulos para citarlas y atenerse al comentario que figura en el librito, ya que en esta ventaja radica precisamente la bondad de la nueva serie. El erudito instantáneo deberá aplicar al respecto algunos consejos precautorios que se le especifican, entre ellos uno muy efectivo para discernir si el interlocutor es un interlocutor culto u otro simulador. Si fuera un simulador, deberá evitarse todo debate con expresiones de este tenor: “Comprendo, comprendo”, “Muchas personas tienen esa opinión”, “Sobre gustos no hay disputa” y otras afirmaciones difusas semejantes. Estas fórmulas deben estudiarse de memoria y ser dichas con aire displicente y concesivo, sin mostrar nerviosidad ni sorpresa. Lo cortés no quita lo valiente. Pisar fuerte sin hacer ruido. Al fin de cuentas, si es un simulador que ha leído también la guía, no se atreverá a desenmascararlo. El mundo es ancho y siempre hay lugar para uno más.
El manual aporta una lista numerosa de frases que pueden usarse sin riesgo. La máxima y definitivamente segura en cualquier emergencia es “Bueno, es otra interpretación digna de considerarse.”
El simulador no debe inquietarse si no conoce las lenguas latina y griega, y mucho menos las orientales, dado que es muy probable que su interlocutor tampoco las sepa. En última instancia le queda la solución de salvarse alegando que su interés está centrado en las artes o ciencias modernas, en las de su país de origen. y su pueblo.
Don Quijote es un tema infaltable en las reuniones cultas, pero basta con saber que es la obra más famosa de la literatura española y tener presente que pese a esta condición no ofrece mayor peligro, porque son escasas las personas del orbe hispánico que la han leído en su integridad. De José Ortega y Gasset (recordar que es un solo escritor y no dos), es inevitable alguna referencia, ya que anticipó hace casi cien años los fenómenos sociales de nuestros días en La rebelión de las masas. Guardar en la memoria su frase “Yo soy yo y mi circunstancia” pues es de gran valor para parecer ilustrado, y mucho más si se la emparienta con la del romano Terencio, “Soy un hombre y nada de lo humano me es ajeno.” Si la conversación sucede en la Argentina, tratar de no comprometerse porque dijo que los ciudadanos de ese país muestran sólo la periferia del alma y viven defiendiéndose de los extranjeros que no los admiran.
Lo más llamativo del librito no es la mención de los autores y los extractos de sus libros más conocidos, sino las recomendaciones prácticas que deben cumplirse para ser aceptado. El aprendiz de erudito necesita concurrir a los cafés literarios, funciones inaugurales de teatro y conferencias. Hacerse ver. Esto es fundamental. Allí se aprenden rápidamente la jerga cultural, los apodos familiares de las personas famosas, su grado de riqueza, y sobre todo, sus intimidades y sus debilidades secretas. Da prestigio, por ejemplo, referirse a Borges llamándole Georgie, porque hace presumir amistad profunda a aunque no exista ninguna. . Con Neruda debe tenerse especial cuidado pues es el único hispanoamericano que ha recibido dos premios universales, el Nobel y el Lenín, que no es cosa de soplar y hacer botellas. Debe considerárselo un intocable de la fama.
Se recomienda la estrategia de tener averiguados para impresionar a los oyentes algunos juicios breves, contundentes y casi exclamativos sobre algunos autores u obras. En el supuesto de que se mencionara al dramaturgo Arthur Miller, podría exclamarse como al desgaire y sin mirar al rostro del interlocutor “Oh, míster Marilyn Monroe”, o si alguien trajera a cuento a San Francisco de Asís, la sorpresa se provocaría con “Ah, el hermano del lobo.”
El culto a Bertolt Brecht es inevitable en la erudición instantánea debido a su prestigio entre los intelectuales, aunque no conviene insistir en esta adoración en una sociedad capitalista por su recurrente insistencia en la explotación del hombre por el hombre, la avaricia humana y la exaltación de los barrios pobres. El autor de la Guía sintetiza su pensamiento para precaver al lector:
1. Los pobres son básicamente buenos en su terrena vulgaridad; los ricos son
inevitablemente corruptos y decadentes.
2. La bondad en este mundo criminal es suicida.
3. Cada persona tiene dos lados, el bueno y el malo.
La nueva serie ha tenido una sorprendente resonancia en el aspecto comercial. A pesar del silencio de la casa editora hay motivos suficientes para estimar sus ventas en cincuenta mil ejemplares en francés e inglés. Se anuncia, entretanto, el inminente y exitoso lanzamiento de la versión en español.
Las esperanzas no parecen injustificadas. La apelación comercial con que se cierra el volumen que comentamos es prometedora y estimulante: “Ahora usted está razonablemente bien equipado para presentarse con hidalguía entre la gente inadvertida., quienes en su mayor parte son también simuladores a su manera. Buena suerte y mucha simulación..”
0 comentarios