LA MATEMÁTICA NO SE HEREDA
Los cuerpos vivos, vegetales, animales y hombres, se parecen a los organismos de sus padres en los caracteres generales de la especie, y a veces también en algunos individuales. El descendiente de un mono chimpancé será inevitablemente también un mono chimpancé (carácter general), y en algunos casos quizás también preferirá como su padre los cocos y no los plátanos (carácter individual). Un perro caniche será seguramente otro caniche, pero puede o no gustarle el agua azucarada como le gustaba a su padre. No se conoce en la historia un caniche que haya engendrado un bulldog, ni un hombre que haya engendrado un chimpancé.
Con esto ya hay suficiente razón para vivir tranquilo y no esperar aterrado en el hospital ante la posibilidad de que su mujer embarazada engendre un monito. Un hijo podrá nacer con alguna carencia o deformidad, pero será una deformidad humana y no una malformación simiesca. Ningún ginecólogo ha visto jamás un caso así. Digo más todavía: los monos mismos tendrían que quedarse tranquilos, puesto que ninguno de ellos engendrará un ser humano.
Pánfilo, un amante de todo, razonaba con otro contertulio curioso también de toda curiosidad, acerca de este asunto de la herencia. Ninguno de los dos pensadores conocía el hecho de que los caracteres adquiridos por herencia son los físicos y los psíquicos, y de ninguna manera los conocimientos adquiridos por los progenitores. “Mi papá era un avezado matemático y mi madre una distinguida profesora de inglés, en cambio yo no sé una pizca de ninguna de las dos materias” –razonaba Pánfilo. Su camarada de ignorancia lo confirmaba en la duda: “A mí me sucede lo mismo -decía-, mi padre y mi madre eran excelentes nadadores y yo si me meto al agua me ahogo en dos minutos.”
Decidieron consultar con un psicólogo la explicación de esta injusticia hereditaria, y se encontraron con la respuesta de que lo que se hereda son las cualidades reales de los progenitores o antepasados, nunca los pensamientos y los conocimientos que son objetos ideales, vale decir, que están en la mente de quien los piensa y no son una parte de ella. Son como los alimentos, no se heredan porque están dentro del estómago y no forman parte del órgano estomacal. La herencia tiene sus límites de los cuales no puede pasar.
- Si su padre ha comido una naranja, usted no hereda el alimento ingerido –les explicó sucintamente el psicólogo.
- Ah…
Los dos amigos salieron disconformes del consultorio y se encontraron casualmente en la calle con un tercer amigo que compraba flores en una esquina y le comentaron el suceso. Sonrió con benevolente amabilidad el inesperado interlocutor y los sacó de la duda:
- Está bien que sea así. El destino no puede darnos todo. Mi maestro de quinto grado elemental, que no era psicólogo, psiquiatra ni filósofo, me dijo una vez en clase: “El que quiere pescar tiene que mojarse los pantalones.”
Eso es todo, así de sencillo. Mi conclusión es que siempre habrá más pantalones secos que mojados.
0 comentarios