HÉROES SIN FRONTERAS
¿Por qué no? Así como existen los médicos sin fronteras, los héroes sin frontera también tienen el derecho de existir. Los héroes auténticos provienen de la antigua mitología griega, en la que eran semidioses que realizaban hazañas que el común de los mortales no podía realizar. Famosísimo fue Heracles (Hércules entre los romanos), que ejecutó una docena de trabajos excepcionales, desde dar muerte y despellejar a un león con piel dura a prueba de hierro y bronce, fabricando una afilada navaja con las propias garras del animal, hasta traer del infierno al can Cerbero agarrándolo por el cuello de donde salían tres cabezas cada una de las cuales llevaba una melena de serpientes.
De entonces en adelante, los pueblos envidiosos se dedicaron a fabricar sus héroes nacionales para no ser menos. Inglaterra inventó a Robin Hood, que asaltaba y robaba a los nobles para repartir el botín entre los pobres. Los Estados Unidos transformaron a San Nicolás en Papá Noel, para hacerlo sajón, y lo instalaron en un trineo en el cual llevaba regalos para los niños, sin que se aclarara cómo hacía para meterlos a todos en espacio tan reducido ni de dónde obtenía el dinero necesario para comprarlos. En la Argentina tenían. a Santos vega, un guitarrista que se atrevió a payar con el Diablo, pero dejaron de usarlo cuando apareció Carlos Gardel, que cada vez canta mejor a pesar de haber muerto y de ser reclamado también como héroe nacional por Uruguay y Francia.
El caso es que como los pueblos o comunidades necesitan tener sus héroes locales los inventan aunque no los tengan, y si no hizo ninguna hazaña, se la inventan también. Nadie protestará por esto. Pueblo conozco donde a falta de héroe, consagraron como tal a un cirujano porque se le habían muerto pocos pacientes en las operaciones. La fama póstuma corrigió la tradición y dijo que ninguno, desoyendo a los deudos que declararon tener familiares muertos en el quirófano.
Las actuales tendencias en la materia demuestran que la teoría clásica del heroísmo fundamentada en la muerte de monstruos y enemigos de la sociedad no tiene ya validez, porque la ciencia ha comprobado que los cancerberos y harpías con cabelleras de serpientes se han extinguido y los sucesores de Darwin no dicen en qué otra persona ha evolucionado Hércules.
En forma inesperada, en una provincia argentina el gobernador ha tenido la idea de agrupar a los pocos inteligentes del lugar en una comisión rentada para producir héroes y exportarlos. Se la conoce bajo la denominación de Héroes sin Fronteras, y según se comenta, funciona productivamente. Intercambia héroes con África, Europa y la China, pero sobre todo con los Estados Unidos. Los extranjeros nos mandan un cantor roquero, seis veces divorciado, minado por las drogas, liberado de la cárcel por falta de pruebas, enronquecido por el abuso de alcohol y arrugado como papel arrojado al basurero, y nosotros los compensamos con un bailarín de tango, alimentado a pizza y vino tinto, que baila sobre un mostrador de café con frac inglés, sombrero de taita y pañuelo blanco de seda al cuello.
A este tráfico se lo reconoce como una forma de la globalización cultural. Los extranjeros cantan en inglés pero a los admiradores latinoamericanos no les importa si no saben lo que dicen, porque en realidad lo importado son los sonidos y ruidos, que son universales. A los nórdicos tampoco les importa si los tangueros bailaban originariamente en el piso de los burdeles, con tal de que hagan acrobacias y zapateen como pisadores de hormigas. Pagan sumas exorbitantes para verlos porque para algo son ricos, y hasta han creado un premio para esos héroes hispanos. Unos y otros viajan en aviones propios, con un enjambre de ayudantes y toneladas de equipos; se hospedan en hoteles de cinco estrellas, y ponen las más estrafalarias condiciones para intercambiarse. Una de ellas exige que se le construya un camarín especial empapelado de brocados marroquíes con aplicaciones de oro, aire aromatizado con perfumes de flores naturales, salida de emergencia secreta y custodia de seis guardias profesionales. Como retribución, esta heroína moderna reclama 500.000 dólares en efectivo, libres de impuestos locales, pagaderos por anticipado contra un recibo por 100.000, para ser presentado a la agencia impositiva de los Estados Unidos. Los empresarios argentinos integrantes de Héroes sin Fronteras, están en gestión para obtener esa cifra entre una empresa petrolera, otra de alimentos y una tercera de cosméticos. Todo para dar a los argentinos la impresión de que son universales y brindarles la oportunidad de gritar, patear y saltar.
¿Qué sería mejor, suprimir las fronteras o los héroes?
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